sábado, 18 de julio de 2009

VIAJE A LOS ORIGENES DEL JUDO

El maestro Manu Aguirre y el joven Aitor Villalba viajarán este verano a Japón para aprender en la meca de su deporte. Participarán en cursos en el centro Kodokan de Tokio 18.07.09 - FÉLIX MORQUECHO EIBAR.
DV. Judocas de todo el mundo acuden cada año al edificio del centro Kodokan en Tokio. Creado en 1892 por Jigoro Kano, fundador del judo, el centro es la cuna de un deporte que, como muchos de los que vienen de oriente, trasciende la pura competición y la superación de marcas. Dos eibarreses del Club Kalamua viajarán el día 29 a Japón para empaparse de las esencias en la que es considerada la cuna del judo. Más de 40 años de edad separan a los dos judocas que acudirán a Japón para permanecer en el centro Kodokan durante dos semanas. Manu Aguirre, con 60 años, viajará con uno de sus alumnos, Aitor Villalba, de 19 años. «Nos llevamos bien» señala el maestro. «Hemos salido mucho, hemos convivido y eso es importante. A veces le chillo más que su padre, pero sabe que es para que aprenda». Aguirre señala el Kodokan como «la universidad del judo». El veterano judoca habla con conocimiento de causa ya que anteriormente ha tenido ocasión de conocer el centro. Al ser presidente del colegio español de árbitros durante los juegos olímpicos de Barcelona, fue miembro de la comisión mundial de arbitraje. Esto le permitió acudir como invitado durante tres años y su experiencia le llevó a ser árbitro olímpico en 1992. Sin embargo, reconoce que los años pasan y «poco a poco hay que traspasar papeles». Sin embargo, Manu Aguirre no viaja en condición de acompañante. «Yo tengo la idea de que todavía tengo que aprender». Así, tiene previsto participar en un curso práctico de judo y jiu-jitsu. Una escuela de vida El judo es una escuela de vida y así lo ve también Aitor Villalba, campeón autonómico en su categoría. «Además, cuando les da clase, los niños le quieren un montón» indica Aguirre. Después de haber participado en torneos en Andorra o Portugal, Villalba se prepara para un viaje nuevo para él. «Tengo ganas de conocer aquello, ver cómo practican allí el judo y aprender todo lo que pueda». No en vano reconoce que esta experiencia «es un sueño». Recién salido de una lesión, el joven reconoce que el nivel que se pueda encontrar en un centro como Kodokan impone respeto. Pero eso no resta un ápice de ilusión y viaja «con muchas ganas de aprender, y de paso también conocer algo de Japón, que es muy interesante». Aitor acude avalado por su cinturón negro primer dan. Por encima está el sexto dan de Aguirre. «No es negro, el cinturón en sexto, séptimo y octavo dan es rojo y blanco» aclara el maestro. «En noveno dan el cinturón es rojo y en décimo es blanco de nuevo» comenta sobre el círculo que traza esta graduación para volver al origen. De ahí que para el más veterano de los dos sea muy importante seguir abierto al aprendizaje. «Hay gente que con un cinturón negro cree que lo sabe todo. Yo llevo 40 años con esto y soy de la opinión de que tengo que aprender». Además, el relevo generacional no da respiro «y se nota en que cuanto más nivel tienen los que vienen detrás más te exigen a ti. Entonces yo creo que puedo aprender cosas y el mejor lugar es aquel». Originario de Japón A pesar de algunas teorías, se considera que el judo es un deporte nacido en Japón. «El Kodokan primitivo tenía ocho alumnos y desde allí se expandió hasta tener un millón de cinturones negros» destaca Aguirre. En la actualidad se trata de un deporte extendido a todo el mundo, «te ayuda fuera del deporte, en el día a día. Sirve para controlar la agresividad» señala Villalba frente a la idea del combate. Muestra de ello es que el judo se practica desde los 4 años, «suelen decir que hasta los 90», y se muestra como algo positivo en muchos chavales. «Incluso los padres que traen críos con problemas de nervios notan que están más calmados, y también al que es demasiado tranquilo le da un poco de chispa» destaca Aguirre. Frente a los beneficios del viaje que preparan se encuentra la dificultad del idioma. «El japonés es muy complicado porque existen tres formas distintas, por eso llevo tres meses dándole al inglés como un loco» señala el profesor que recuerda que «los japoneses son lo más comunicativo que hay. Sepas o no sepas, con que lleves unas frases en inglés vas a conseguir entenderte, aunque sea en apache». Maestro y alumno se preparan ya para un país de contrastes entre tradición y modernidad, con una misoginia que obliga a reservar vagones de metro a mujeres, con 15 millones de habitantes y con un respeto total a las personas mayores. El país del sol naciente espera.

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